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Mostrando entradas de enero, 2010

La dura vida del turista II

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El otro día hablaba de los pelmazos que abundan por esos mundos de Dios y evocaba la experiencia brasileña. Pero resulta que los hay aún más plastas, sólo que no en los mundos de Dios sino en los de Alá. Éstos son peores porque no se limitan a caminar a tu lado como fantasmas esperando que en algún momento cambies de opinión y les compres algo: en vez de ello te dan la tabarra como el asno de Schrek pero con su típica cháchara, jamalají jamalajá . Al cabo de unos minutos tienes la cabeza como un bombo y empiezas a verlo todo a cámara lenta, dando vueltas a tu alrededor, percibiendo el sonido como algo lejano mientras el moro en cuestión sigue largando como una ametralladora. Si tienes pensado viajar a Egipto o Marruecos estás advertido. Considera este post como una especie de mota negra de los piratas y atente a las consecuencias porque tienen su estrategia perfectamente estudiada. En el país de los faraones han montado un eficaz dispositivo a la entrada de los monumentos, con

La dura vida del turista

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Descubrir países exóticos y modos de vida diferentes está muy bien porque ves esos mundos que están en éste y lo haces por unos días sin mancharte, como decía un lector de este blog recientemente. Pero no siempre es tan simple. A veces caminas por el filo de la navaja porque tales lugares y costumbres, incluso los más idílicos, suelen tener un peligro común . No se trata de las fieras salvajes, ni las enfermedades tropicales, ni las infames redes viarias, ni los índices de delincuencia que causa la miseria. Eso son minucias comparadas con la verdadera amenaza que se cierne sobre el viajero cuando deambula por tierras allende los mares: los pelmazos . En Salvador de Bahía , en un país del que todavía no había hablado, Brasil, un vendedor ambulante se me pegó implacablemente, decidido a venderme como fuera algo de sus mercaderías y allá donde me dirigiera lo arrastraba detrás de mí como una rémora, como la sombra de Peter Pan ya cosida por Wendy, como las espaldas del Dúo Dinámico e

Arusha, cuanto más fea...

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El otro día, navegando por la Red, me topé con un curioso post en la página de Lonely Planet . Era un ránking de las diez ciudades más odiadas del mundo por los viajeros. Me hizo gracia porque los argumentos en que se basa la lista probablemente sean verdad pero lo cierto es que muchos de ellos son aplicables a casi todas las urbes del globo: contaminación, caos, ruido, tráfico, delincuencia, fealdad arquitectónica, suciedad, turismo masivo... En fin, echándole un vistazo a las elegidas resulta que la mayoría resultan desconocidas para el gran público. Se lleva la palma podrida Detroit (EEUU), seguida, por orden de peor a mejor -es un decir-, de Acra (Ghana), Seúl (Corea del Sur), Los Ángeles (EEUU), Wolverhampton (Inglaterra), San Salvador (El Salvador), Chennai (India), Arusha ( Tanzania ) y Chetumal (México). Y resulta que he estado en una, Arusha. Y resulta también que tienen razón; el lugar es feo de narices. Nada que ver con la imagen que de él nos muestra la pelí

Manolo; vuelve el héroe

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Ya he hablado en alguna ocasión de Manolo , aquel compañero de la Universidad que tanto juego da a la hora de evocar anécdotas para blogs . Por eso voy a desgranar alguna más. La verdad es que se trataba de un tipo pintoresco, con su aspecto un tanto desmañado, sus gafas de culo de botella y una peculiar forma de ser que te llevaba a dudar si estaba de broma perenne, hablaba en serio o simplemente había perdido un tornillo. Esa personalidad original le había llevado a ser elegido delegado de la clase , quizá por ello siempre se sentía obligado a tomar la iniciativa para solventar cualquier problema que se presentara o simplemente para divertirnos en el autobús, contando chistes memorables por el micrófono (el de la oreja nos provocó agujetas y lágrimas de tanto reir) de los que él mismo se descojonaba estentóreamente como si los oyera por primera vez. De hecho le costaba terminarlos porque le saltaban las carcajadas antes de terminar. Aquel viaje a Italia dio mucho de sí y aunq