De pintxos por Bilbao (III)


Si además de pintxos también cuenta el entorno, no cabe duda de que el Irrintzi lleva ventaja. Se puede encontrar en una de las calles más tranquilas del casco viejo de Bilbao, Santa María, y según explican ellos mismos es frecuentado por bohemios, artistas y, últimamente, turistas que acuden a la llamada de lo supercool del lugar. 


Y es que los dibujos que decoran la pared del fondo de la barra con temática marcadamente pop -aportación, al parecer, de sus propietarias actuales, Marian y Yolanda- parecen estar pensados para mantener al cliente entretenido analizándolos detalle a detalle mientras van cayendo, uno tras otro, los pintxos. Éstos, a su vez, pueden considerarse casi una prolongación de ese frontón artístico pues, no en vano, han sido descritos en distintos medios como pintxos de diseño, pintxos-experimento e incluso pintxos abstractos.



La carta de creaciones es muy amplia, no sé si porque la imaginación del cocinero/a es así de desbordante o porque se trata de una estrategia para obligar al cliente a volver varias veces para poder probarlos todos. Las fotos sólo son una pequeña muestra. Por un lado, una de sus especialidades más celebradas:  las croquetas de chipirones en su tinta. Por otro, langostino envuelto en sésamo con aceite de remolacha y salsa de guacamole, que también es un habitual de  los artículos de prensa. Y luego están el pulpo con vinagreta y crema de hongos, y un tercero que ni siquiera recuerdo lo que es pero apetece igualmente, lo que confirma la teoría del maquiavelismo gastronómico fidelizante.


Fotos: web oficial y JAF

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