Los monasterios pintados de Bukovina (II)


El otro día les explicaba que el principal atractivo de la provincia rumana de Moldavia lo constituyen los monasterios pintados de Bucovina. En esa región hay un montón de ellos -Rumanía sigue siendo un país extremadamente religioso- pero los más destacados quizá sean los de Voronet, Moldovita, Sucevita y Humor.

Todos ellos son parecidos, rodeados por unos muros que les dan apariencia de fortines -en algún caso lo fueron-, entrada por un robusto torreón que asemeja una barbacana, el suelo cubierto por césped -salvo los senderos enlosados para caminar-, árboles frutales y una exuberante decoración floral que proporciona el éxtasis cromático de cualquier fotógrafo y se complementa sensitivamente con los cantos ortodoxos que se oyen.

El Juicio Final del monasterio de Voronet
 
Tampoco faltan el pozo atechado típico, la cruz de madera tallada y la lámina de hierro que, debidamente golpeada por un mazo, hace las veces de campana por esos lares. En el centro, la iglesia, si bien ahora se destina a las visitas turísticas y el culto se celebra en otra. Y luego están las monjas, claro, que llevan vestiduras negras con una curiosa toca y que, para profesar en la orden, deben aprender teología, de ahí que muchas tengan conocimientos de sobra para hacer las funciones de guía.

Aunque no forme parte de los cenobios en sentido estricto, también resulta divertido ver a los turistas de pantalón corto tener que ponerse una especie de basto faldón que, a los más obesos -léase anglosajones-, no les abarca su perímetro barriguil y les queda como un simple mandil, abierto por detrás, tal cual ocurre con los camisones de hospital.

VORONET
Una de las tumbas decoradas del cementerio
En 1488, tras su victoria sobre los turcos, Esteban el Grande mandó construir este convento (aunque su tumba está en el de Putna) y se hizo, cuentan, en sólo un mes. Es el monasterio más importante de la zona, sobre todo por la imponente presencia de la iglesia de San Jorge, que es casi un siglo posterior pero no por ello pierde espectacularidad. En las pinturas de Voronet predomina el color azul como fondo, otorgando a los frescos un aspecto característico e inconfundible.

En ellas, por su parte exterior, se ve el muro del Juicio Final, considerado una especie de versión local del tema pintado por Miguel Ángel para la Capilla Sixtina y donde ángeles y demonios se disputan las almas a golpe de lanza.
Al lado del complejo hay un cementerio perfecto para mostrar al visitante los elementos típicos de los del país, sobre todo los retratos de los difuntos sobre las lápidas. Y no hablo sólo de fotos; a veces hay auténticas obras de arte -algo kistch-, incluso con poemas. También llaman la atención en ellos los acostumbrados monumentos a los caídos en las guerras mundiales y las mesas (?) repartidas por el camposanto, como si de un merendero se tratase.

SUCEVITA
El más grande y reciente de los monasterios pintados de Bucovina fue erigido en 1581 por orden del obispo de Radauti, aunque experimentó ampliaciones sucesivas. Cuenta la leyenda que una de las mujeres que trabajaron en él durante décadas,, transportando piedras, acabó homenajeada con un retrato escultórico.

La Escalera de la Virtud de Sucevita
 
Los frescos de Sucevita se conservan muy bien. Si en Voronet es característo el tono azul, aquí le toca al dorado. Pero los temas son similares, ya que se repite el Juicio Final, en este caso con la llamada Escalera de la Virtud en la que cada peldaño representa una y por la que los justos suben  al Cielo frente a los pecadores -turcos y judíos-, arrastrados por demonios. También hay un Apocalipsis y un árbol genealógico de Jesús.

MOLDOVITA
Para visitarlo es necesario subir hacia el Paso del Borgo, en dirección a Bistrita, suponiendo que uno venga desde Radauti. Antes de llegar arriba aparece este cenobio del siglo XV al que se accede por un torreón decorado con relieves esculpidos.

El asedio de Constantinopla por los turcos
 
Dentro del recinto, similar a los otros, está la iglesia de la Anunciación, cuyas pinturas más representativas -ligeramente estropeadas por los grafittis de soldados austríacos en el siglo XVIII- recrean la toma de Constantinopla por los otomanos, que son una referencia temática recurrente. Como también lo es un elemento característico de esa parte de Europa y que abunda en los edificios intramuros de Moldovita: el ojo de gato, un tipo de diminuta ventana elíptica que sobresale de los tejados y recibe ese nombre por razones felinas obvias.

HUMOR 
La fotogénica torre de Humor
Este convento de nombre tan sorprendente nació a instancias de un boyardo (noble rumano) que, a su muerte, lo eligió para ser enterrado. Del complejo original, de 1530, queda poco al haber sido destruido a lo largo de años y años de guerras; de hecho, no volvió a constituirse como comunidad religiosa hasta 1990.

La iglesia de la Asunción carece de torre integrada -parece una cabaña-, como corresponde a un templo fundado por alguien sin sangre real, de ahí que haya al lado una torre exenta muy fotogénica. 

De las pinturas no hay que perderse la que, similar a otra de Voronet, representa el mar: es divertidísima, acorde con el nombre del lugar, con una metafórica figura femenina cabalgando un cetáceo de dos cabezas y escoltada por peces, moluscos y crustáceos variados (y atención al elefante psicotrónico que espera en tierra).

Como dije en el post anterior, los monasterios pintados de Bucovina forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Pero no sólo se encontrarán pinturas, también se descubrirá todavía vigente una forma de vida que tiende a desaparecer en Occidente y otros atractivos. Por ejemplo, en Moldovita se puede ver el trono del príncipe Petru Rares, hijo de Esteban el Grande, así como un pequeño museo de trabajos bordados y arte eclesiástico. Asimismo, en el pueblo de Marginea, cerca de Humor hay un célebre taller de cerámica negra, típica de la región, donde es posible adquirir piezas recién hechas.

Fauna marina en el monasterio de Humor
  
Fotos: Marta B.L.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El saqueo de Mahón por Barbarroja y el fuerte de San Felipe

La Capilla Sixtina: el Juicio Final

Santander y las naves de Vital Alsar