Kuakman en el sudeste asiático (I)

Lo prometido es deuda. El inefable Toni Kuakman ha vuelto a las andadas, esta vez por Asia, y me he dejado un relato de sus tribulaciones, tan inauditas como las anteriores de Brasil. Leer para creer, como siempre.

Harto de conocer, verano tras verano, rincones de la costa española tan glamourosos como Salou, San Juan de Alicante, Benalmádena o Benidorm, un año propuse a mis amigos viajar a Tailandia. Años atrás todos hubiesen aceptado ciegamente, dispuestos a lanzarse al periplo casi sin pensarlo; pero ya teníamos una edad y, lo que es peor, algunos incluso novia. No es que sean cosas malas en sí, pero si la primera empieza a pesar y la otra es pesada directamente, se comprenderá que surgieran problemas. Así que, aún cuando ya estaba todo planificado, más de uno renunció a la aventura, sospecho que por prohibición tajante de su partenaire

Fuimos tres los que nos animamos, aunque mis compañeros sólo tenían una semana disponible. Dado que no me apetecía viajar al otro extremo del mundo para tan poco tiempo, decidí que yo iría antes a Vietnam y luego nos encontraríamos en Bangkok. Fácil, en pleno siglo XXI ¿no? Pues no, como verán.
 
Pero, en vez de adelantar acontecimientos, empecemos por mis tradicionales problemas aéreos. Resulta que en Londres, de donde partía el vuelo de British Airways, inició el embarque todo el mundo menos yo; un problema con el billete me obligó a esperar mientras la sala de espera se iba vaciando y nadie me explicaba qué pasaba. Al cabo de un rato sólo quedábamos yo y otra decena de personas que también tenían problemas no identificados. Sólo que uno tras otro los fueron llamando hasta que únicamente quedó el pobre Kuakman en medio de la desolación, rodeado de butacas vacías y dos azafatas en la puerta cuchicheando y mirándome de reojo. Los sudores fríos que bajaban por el cuello se me congelaban de pensar que tendría que esperar otro vuelo y perdería mi conexión a Hanoi en Bangkok.

Pero no todo en mis vacaciones son desgracias, aunque en principio lo parezcan. Verán, finalmente me llamaron y la encargada cogió mi billete, rompiéndolo en pedazos delante de mí. Empezaba a pellizcarme para saber que aquello no era una pesadilla cuando ella esbozó una sonrisa profidén y me entregó un nuevo billete ¡en Business!  
 
El Shangri-La de Toni Kuakman
 
Creo que subí al avión dando saltos, como un gnomo. Aunque he de decir que viajar en Primera fue un tanto decepcionante: no coincidí con ninguna top model, ningún deportista de élite ni ninguna estrella del cine. Por contra, a mi derecha había un gordo descomunal con tirantes y a mi izquierda una chica algo desaliñada y con pinta de estar un tanto ida, ya que de vez en cuando me dedicaba sonrisas bobas (o sea, que igual sí era una celebritie). Quizá pensaba que yo era un joven neomillonario cuando me limitaba a ser un pringado repescado del ovebooking. No la saqué de dudas, por supuesto.

Lo cierto es que aquella Business era un tanto pintoresca. También había un tipo rapado al cero con tatuajes hasta en el blanco de los ojos y una viejecita centenaria con pinta de protagonizar una nueva versión de No sin mi hija, sustituyendo hija por gata. ¿Cómo sería la clase Turista entonces? Me entretuve en pensarlo hedonísticamente acomodado en mi asiento-cama de respaldo totalmente abatible, eligiendo platos de Maxim's y degustando una copa de Möet-Chandon. Je, je, tenía que decirlo.

La gran trampa de la Primera clase está en que duermes casi todo el tiempo y no te enteras de nada, así que no la disfrutas plenamente. Pero llegué a Tailandia, que de eso se trataba. Tenía que pernoctar allí para tomar otro vuelo al día siguiente hacia Hanoi, así que me alojé en el mismo hotel donde habría de quedar con mis amigos una semana más tarde. Quedé en que les llamaría el día antes a las diez de la noche para confirmar mi hora de llegada desde Vietnam, así que debían estar a esa hora en la habitación. Eso era importante y se lo repetí varias veces para dejarlo claro. Ahora sí, ya pueden empezar sus primeras risas.

Y tanto, como verán en el próximo post de Kuakman en el sudeste asiático.

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