El Castillo de Eilean Donan (y II)

 
En el último post vimos cómo fue construido el castillo de Eilean Donan sobre un islote del lago Duich y supimos que un destacamento español lo defendió en 1719 ante el ataque de barcos ingleses durante la revuelta jacobita, aunque al final fue tomado y volado.

El sitio permaneció en ruinas durante dos siglos hasta que dos miembros del clan propietario de los MacRae, el propietario John y el aparejador Farquhar, tomaron la decisión de reconstruirlo. John MacRae-Gilstrap fue militar y autor de un célebre poema sobre la Primera Guerra Mundial cuyos primeros versos dieron la idea de utilizar la amapola como símbolo de los caídos, algo que se ve muy frecuentemente en los monumentos británicos que conmemoran ese gran conflicto y el que estalló en 1939: 

In Flanders fields the poppies blow
between the crosses, row on row...

Dos décadas les llevaron las tareas de reconstrucción, desarrollada siguiendo los planos antiguos si bien antes de de que éstos se encontraran ya se habían incorporado algunas novedades, como rebajar el grosor de los muros para dar mayor amplitud al interior y abrir ventanales con vidrieras. Los trabajos terminaron en 1932 y costaron doscientas cincuenta mil libras. Dado el volumen de visitas turísticas anuales, gestionadas por The Clan MacRae Society at Eilean Donan Castle, es probable que ya se hayan amortizado; son escoceses, al fin y al cabo, y ya sabemos de qué tienen fama.

El puente sobre el lago Duich

El acceso al castillo se hace atravesando el bucólico puente que salva el agua, entre los sones de algún gaitero callejero. Se deja el baluarte a la derecha (junto al que hay una placa, rodeada de cañones, con los nombres de los MacRae fallecidos en la Gran Guerra) para llegar a la puerta principal, la del rastrillo, adornada con la divisa Mientras haya dentro un MacRae, ningún Fraser se quedará fuera. Cosas de las alianzas entre clanes.




Puerta principal, con el escudo de los MacRae y su divisa

Un pequeño patio da paso a la torre del homenaje, a la que antaño sólo podía entrarse por la segunda planta, mediante una escalera de mano; hoy se hace por la billeting room, un sótano (el nivel del patio ha sido rebajado) que sirvió de cuartel y está dotado de una recia bóveda y muros de más de cuatro metros de grosor, que actualmente hace las veces de museo histórico: muebles, armas, una rueca, pinturas, juegos de té, armaduras... Incluso algunos cañones de las fragatas inglesas que bombardearon el lugar en 1719.

La escalera de acceso actual
Desde esa estancia se sube al flamante Gran Salón, destinado a banquetes. Es una una estancia alargada, con una imponente chimenea en un  lateral, adornada con banderas de Escocia y Reino Unido, ventanas emplomadas del romanticismo victoriano y un techo de madera de abeto traída de la Columbia Británica, regalo de los descendientes canadienses del clan MacRae.

Estandartes, pinturas y blasones decoran las paredes, de basta piedra vista y en las que hay rendijas practicadas para espiar a los huéspedes, junto con multitud de objetos peculiares (colecciones de sellos, copas hechas en balas de cañón...). También son interesantes las armas de época porque algunas se utilizaron en batallas reales; por ejemplo, una de las espadas fue esgrimida por John MacRae en Culloden (1746), el enfrentamiento final entre los jacobitas, que abogaban por la restauración de los Estuardo en el trono británico (en la figura de Bonnie Prince Charlie), y los partidarios de los Hannover (cuyo representante era Guillermo Augusto). Los primeros, mayoritariamente escoceses, fueron aplastados por los segundos, ingleses.
 
La Billeting Room

Volviendo al Gran Salón, además, hay que destacar el valor de los muebles, pues algunas piezas son de estilo Sheraton, Chippendale y Windsor; una de las mesas estuvo en un barco de la flota de Nelson. Justo encima de ella hay otra curiosidad: la Piper's Gallery, una tribuna para que tocasen los gaiteros en las reuniones y que también se utiliza como capilla, contando con una pila bautismal adosada a la pared.

El Gran Salón

Subiendo al tercer piso se llega a los seis dormitorios, abiertos al público en 1995 y que tienen como curiosidad el hecho de carecer de armarios, ya que el servicio se ocupaba de llevar la ropa limpia y planchada a la familia cada mañana. Las camas con dosel, los tapices de tartán, las campanillas para avisar a los sirvientes y los uniformes familiares satisfacen al visitante pero el protagonismo casi absoluto en esta zona es para el figurante que, ataviado como un highlander del siglo XVII con su kilt, su boina emplumada, su espada  e incluso su barba -las gafas hacemos como si no las viéramos-, se pasa la agotadora jornada sacándose fotos con los visitantes. No es de extrañar que mire hacia el suelo cuando dispara el flash; cabe imaginar esa tortura cientos de veces cada día y el consiguiente peligro para la retina.

La cocina es la última dependencia que se ve en el interior del castillo. Es una cocina antigua, con un horno de carbón y menaje auténtico procedente de la colección de la familia MacRae. Hábilmente iluminada y ambientada con sonidos y olores como si aún estuviera en funcionamiento desde los años treinta, a los niños les resultará especialmente divertido buscar detalles anecdóticos, como un ratón en la despensa, una sirvienta a la que se le caen los cacharros y similares.

Las murallas exteriores y su estrecho adarve
Camino de ronda entre la muralla y el pozo. Al fondo, el puente

Luego queda un paseo por las almenas, el pozo y los adarves, deliberadamente estrechos por razones defensivas, antes de hacerse las consabidos retratos -aquí ya permitidos- y sentirse protagonista de película. No es una forma de hablar; la fotogenia del castillo de Eilean Donan le ha hecho merecedor de ambientar filmes como El Señor de Ballantrae, La trampa, Lago Ness, Rob Roy o el inevitable Braveheart. También acogió La vida privada de Sherlock Holmes, Los inmortales y El mundo no es suficiente. Por eso el sitio también es un decorado perfecto para bodas, previo pago de mil libras.



Fotos: JAF y Marta BL
Fotos del interior: Eilean Donan Castle

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