El Barrio Copto de El Cairo (y II)


Continuamos la visita a un rincón de El Cairo poco conocido pero pleno de interés histórico y artístico, tal como vimos en la primera parte del artículo dedicada al Barrio Copto. Una vez dentro hay una serie de rincones que suelen figurar en todos los catálogos turísticos y que se pueden ver en poco tiempo, dado su pequeño tamaño y la escasa distancia que guardan entre sí.

El icono llorón
La iglesia de San Sergio es el monumento más antiguo, pues su construcción se remonta a finales del siglo IV principios del V, bien es cierto que con posteriores reformas sucesivas durante la Baja Edad Media. Los soldados convertidos al cristianismo Sergio y Daco, martirizados por el emperador Maximiano, son los beneficiarios del templo. Pero lo verdaderamente interesante es que en la cripta del primero hay una gruta donde, según la tradición, se cobijaron San José, la Virgen y el recién nacido Jesús tras huir a Egipto de la matanza de niños decretada por Herodes; ya lo conté en el post anterior pero no dije que para celebrar ese hecho los interesados disponen de una misa cada 1 de junio. De todas formas, esa cueva no siempre puede visitarse porque tiende a inundarse con la crecida de las aguas del subsuelo, así que muchos tendrán que conformarse con el icono que hay justo al principio de la bajada, y que representa una Virgen que, según cuentan, lloraba sangre cada vez que los coptos son perseguidos (o sea, que menudo espectáculo gore se montará, teniendo en cuenta la historia de persecuciones que sufrió esa fe). Y, ya puestos, mencionemos también una columna que forma el fuste de una cruz y que también sangra -vaya afición-, curando enfermedades.

El otro día también mencionaba la iglesia de Santa Bárbara, que es un de las más grandes del país. Se levantó en memoria de la santa homónima, denunciada por su propio padre por hacerse cristiana y que fue condenada a azotes y a pasear desnuda por las calles cual Cersei Lannister, pese a lo cual siguió en sus trece (la protegía un ángel; así cualquiera), por lo que el pagano sátrapa de Mármara, donde vivía, desplegó una completísimo repertorio de torturas. flagelación, quemaduras con hierros candentes, el potro, desgarramientos... El ángel tuvo trabajo, desde luego, pero al final zanjaron la cuestión decapitándola; lo hizo su padre en persona y el ángel, que debía tener mal perder, se vengó fulminándolo con un rayo. Las reliquias de la pobre Bárbara se conservan en una capilla; quién se lo iba a decir.

Mosaico de San Jorge, en la iglesia homónima
No todo son iglesias. No podía faltar todo un convento que tiene como extraña curiosidad el hecho de que sus monjas vayan encadenadas, emulando el sufrimiento de su santo patrón, San Jorge. Porque aunque la iconografía que ha trascendido de este santo es la que le muestra como caballero matando a un dragón, el hecho es que lo pasó peor que el animal: era un legionario romano de Capadocia que, educado secretamente en el cristianismo por su madre, se negó a participar en las persecuciones de Diocleciano y por ello terminó ejecutado. O eso cuenta la leyenda, bastante dudosa. La que une su destino al dragón es muy posterior, medieval, del siglo IX.

Asimismo, también hay una sinagoga, la de Ben Ezra. Egipto acogió a una importante comunidad judía que se estableció fundamentalmente en Alejandría tras la Diáspora decretada por Tito en el año 70 por su rebelión contra Roma. Ya en el siglo XX, la proclamación del estado de Israel y la expulsión posterior por la guerra entre ese país y Egipto provocaron que el número de hebreos egipcios sea hoy muy escaso. En la geniza de la sinagoga (una especie de contenedor donde se guardan textos antiguos en desuso) descansaba un secreto que no se descubrió hasta tiempos decimonónicos: una ingente cantidad de manuscritos hebreos medievales -dos millares- que permiten a los expertos conocer mejor cómo era la ciudad entre los siglos XI y XII. De todas formas, lo más divertido del edificio, erigido sobre un templo cristiano previo del siglo VIII (que, a su vez, ocupaba el lugar de un inmueble romano), es que se alza en el mismo lugar donde fue encontrado aquel bebé judío abandonado en las aguas del Nilo y llamado Moisés. La tradición es la tradición, por improbable que resulte y por mucho que la existencia histórica de ese personaje sea más que dudosa.

El interior columnado de la sinagoga
 
Y no podía faltar una institución como el Museo Copto, fundado en 1908 y que posee la mayor colección que existe sobre todo lo relacionado con esta religión, en parte porque el Museo Egipcio y el Museo de Arte Islámico le transfirireron sus fondos coptos. El resultado son dieciséis mil piezas distribuidas en una docena de secciones ordenadas cronológicamente, desde sarcófagos del período primigenio  a los iconos posteriores, pasando por textiles, capiteles, joyas, papiros, pinturas, etc. La obra estrella del museo (aparte de los manuscritos de Nag Hammadi que ya reseñé citaba en el post anterior) probablemente sea un libro, los Salmos de David, considerado el más antiguo del mundo, con más de milenio y medio de edad.
El Libro de Salmos de David

Para concluir esta breve reseña, otro templo, quizá el más famoso: el de Santa María, más conocido como la Iglesia Colgante (El Moallaga). El apodo es muy descriptivo porque el edificio se construyó en el siglo IV sobre la Puerta del Agua, una de las entradas a la llamada Fortaleza de Babilonia (la fortificación romana que sustituyó a la que había hecho Cambises en el año 525 a.C. y de la que aún quedan partes en pie), de manera que su nave principal queda en una ubicación elevada respecto al resto del barrio. Sin embargo, el nivel ha subido desde la época romana y parte de la torre ha quedado semienterrada, por lo que visualmente sólo se puede apreciar la altura (seis metros) gracias a una parte del suelo, que es de cristal. Consecuentemente el acceso al interior se realiza merced a una empinada escalinata, todo encajado entre volúmenes arquitectónicos aprovechando hasta el último resquicio.


La escalinata de acceso de la Iglesia Colgante


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