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Mostrando entradas de octubre, 2016

El Hospital de los Venerables

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Si hubiera que recomendar un top ten de sitios históricos de Sevilla que deber ser visitados sí o sí, probablemente uno de los que figurarían sería el Hospital de los Venerables . Y mira que es difícil elegir en esa ciudad, pero lo sería no sólo por el continente (edificio barroco muy original con una bella iglesia que no defraudará a ningún curioso) y el contenido (se supone, puesto que hoy es un lugar multifuncional que acoge la sede de la Fundación Focus-Abengoa y el Centro de Investigación Diego Velázquez) sino también por el espíritu que flota en el ambiente y que, entrecerrando un poco los ojos y dejándose llevar por la imaginación, lo traslada a uno al siglo XVII. Presbiterio y retablo mayor con La Última Cena, de Lucas Valdés El Siglo de Oro español sólo refulgía con brillo áureo en las artes, fueran plásticas o literarias. En otros aspectos, fuera el político, el militar o el económico, fue la época en que empezó a manifestarse la lenta decadencia de la

Santa María de Tonantzintla, la iglesia pagana disfrazada

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Si bien la idea más tópica que se suele tener de México es la de un país caluroso, desértico para los aficionados al cine del oeste y selvático para los que se quedaron más bien con Apocalypto (que en realidad transcurre en lo que hoy es Guatemala), lo cierto es que se trata de ambas cosas y muchas más, pues su tamaño es casi el mismo que el de Europa occidental . Y se da la circunstancia de que el estado de Puebla tiene un clima templado y húmedo, así que con resignado fastidio, pero también con la acostumbrada rutina, que nacer en Asturias marca climatológicamente, aquella mañana tuve que tirar de chubasquero para hacer frente a una lluvia suave pero pertinaz que me desdibujaba el paisaje al resbalar por la ventanilla del vehículo. Acabábamos de dejar atrás la imponente pirámide de Cholula , la más grande del mundo aunque su apariencia actual es la de una colina tapizada de vegetación con una iglesia en la cumbre, para continuar unos quince kilómetros por la Carretera Federa

El castillo de Coca y la folletinesca historia de amor del marqués de Cenete con María de Fonseca

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Un castillo que se precie debe tener su fantasma . Así lo entienden al menos en las Islas Británicas, donde precisamente el carecer de él es noticia. En España , salvo excepciones, no hay esa tradición, quizá porque los fantasmas tienden a refugiarse en otros ámbitos, como estadios de fútbol u organismos oficiales, pero a cambio es frecuente que nuestros castillos acrediten tremebundas historias dignas de folletín romántico, con amores imposibles, traiciones, crímenes y justicias reales; y si acaso algun alma en pena, que suena más católico. Un buen ejemplo podría ser la que protagonizó el inefable marqués de Cenete , hijo de Pedro Gozález de Mendoza, aquel todopoderoso cardenal al que por su influencia sobre los Reyes Católicos se conocía popularmente como el Tercer Rey de España . El escenario fue espléndido: el castillo de Coca . El marqués de Cenete Si hay un castillo raro o poco común en el país ése es el de Coca , una pequeña localidad del noroeste de Segovia dond

La huella de Pedro Menéndez de Avilés en su ciudad natal (y II)

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Segunda parte del artículo dedicado a Pedro Menéndez de Avilés . En el anterior se esbozaba su nacimiento y su experiencia en la mar, premiada con el nombramiento de capitán general de la Flota de Indias. Y un desagradable episodio: su encarcelamiento por una cuestión burocrática, algo típico de la España del siglo XVII. Menéndez tuvo un período tranquilo en la corte con el cargo de consejero real . Después se ofreció voluntario para viajar a la Florida para buscar a su hijo Juan (que había naufragado en las Bahamas), para lo cual organizó de su bolsillo la expedición mientras recibía el título de Adelantado. La Florida había sido descubierta por Ponce de León y explorada sucesivamente por Pánfilo de Narváez, Cabeza de Vaca, Vázquez de Aylión, Hernando de Soto y Tristán de Luna y Arellano, pero sin conseguir establecer un asentamiento fijo. El problema fue que los hugonotes franceses también habían puesto los ojos en esa tierra, creando una colonia llamada Fort Caroline